miércoles, 13 de abril de 2011

Salud y República.


Hoy, 12 de Abril de 2.011, se cumplen 80 años de una jornada clave para la Historia de España.

Era una jornada de domingo soleada, de esas que en Madrid el Sol atravesaba los cristales de los tranvías, El Retiro se convertía en un lugar de encuentro para todas las clases sociales y el español tradicional cumplía con su rito: a misa de 11:00, a votar, y a tomar un vermut. Eran unas simples elecciones municipales, se elegiría a los alcaldes de las ciudades y pueblos y a los presidentes de las Diputaciones Provinciales, y el pusilánime Alfonso XIII descansaba como cualquier otro domingo en el Palacio Real.

Pero poco sabía el monarca lo que le esperaba: largos años de costosa guerra en África, el consentimiento de una dictadura militar y la podredumbre del sistema turnista iban a ser más que suficientes para que pueblo español se librara de aquel yugo que era la monarquía.

Por entonces sólo los hombres mayores de 21 años podían votar, las mujeres deberían esperar tres años más, pues pronto una mujer, una abogada que pasó del analfabetismo a la licenciatura en apenas 10 años, alzaría su voz en defensa del sufragio femenino.

En 1.931 los votos se contaban despacio, y había que esperar casi dos días para saber los resultados globales de toda España. Y llegó el veredicto. La mañana del 14 de Abril había amanecido soleada, pero esta vez el pueblo no se había echado a la calle para votar, sino para celebrar que eran un poco más libres: había llegado la República, había empezado un sueño.

Las esperanzas de Libertad, Igualdad y Fraternidad que rezaba el lema republicano afloraban en todos esos corazones que latían como uno solo, España había tomado por fin las riendas de su destino.

El jueves se cumplirán 80 años de aquella mañana, pero España quizá no se despierte con el mismo júbilo, porque el peso de la tradición monárquica es demasiado pesado, y sigue sobre ella.

La República no es sólo echar a un Rey, la República no es sólo poder elegir al Jefe del Estado, la República es, como sintieron aquellos corazones hace 80 años, la felicidad por vivir un poco más libres.

Salud y República.

Jorge Osma

martes, 12 de abril de 2011

Y decirte tantas cosas...

                                       
Hace tanto que no te escribo, que ya no sé que decirte, ni cómo empezar. hace 5 años que te conozco, aunque hace un tiempo te perdí el rastro. ¿te acuerdas de mí? soy la misma niña que te llamaba cuando era pequeña, fuiste la que me prometió ser tan bonita y tan querida como todas las chicas de mi clase. Y parecías tan sincera y tan eficaz que acudí a ti. Buscaba información de ti en todas las páginas web, revistas y fotos. Seguía tus pasos y tus reglas a diario. Me encantabas, te apreciaba, incluso llegué a quererte. Además, los demás te conocían a partir de mí, pues tú sólo existías en mi cabeza, pero te diste a conocer en mi cuerpo. Te convertiste en una ilusión real, en mi reto del día a día, y en mi mejor amiga. Pero en tan poco tiempo me cambiaste tanto que me di cuenta que para mí eras un peligro, y sólo por tu culpa se me caía el pelo, la piel se me demacraba y me provocabas mareos. Aun así me encapriché por tenerte. Supe que sólo tú ibas a quererme con 45 kilos e ibas a comprender todas y cada una de las veces que lloraba. Pero me hiciste sorda, al no querer escuchar a los demás. Ciega, por no poder verme como era en realidad. Y lo peor, nunca me dejaste sentir lo que tocaba, ni siquiera en mi propio cuerpo. Eres la peor amiga que he tenido nunca, pero en aquel momento fuiste a la que más quise. Provocaste tal desajuste de sentimientos dentro de mí que aún me entran ganas de llorar cuando te pienso, y me entran golpes de escalofríos cuando te veo dentro de otra chica luchando por ser perfecta.

No sabes prometer otra cosa que la perfección, y aunque la perfección no exista, creo que nadie entiende que haya personas que mueran por tenerla.

Pero aun así, te doy las gracias, porque en la frase “quien dijo que fuese fácil ser una princesa”… yo no soy la princesa, pero sí me considero la más fuerte por perderte.


Klaudia Castillo